“La relación entre una madre y su hijo pertenece a este universo inmaterial, privado e íntimo capaz de sobrevivir a cualquier situación por muy mal que se pongan las cosas” Bru Rovira. Fotografo.

En una pequeña sala del Caixa Forum en pleno Paseo del Prado me encontré con una Oda a las madres, un sentido reconocimiento a la protección y el amor de ellas a sus hijos. Eran una serie de fotografías con sus correspondientes relatos, de madres de Angola, Serbia, India, Ruanda, Senegal, Guatemala… la mayoría en situaciones de crisis humanitaria, pero esas fotos estaban llenas de cariño y belleza entre tanta guerra, miseria o enfermedad, en las que aparecían gestos de amor por los que todavía vale la pena vivir y luchar.
La mujer en general y las madres en particular, pertenecen junto a los niños, a dos “grupos humanos” que son siempre los más amenazados y vulnerables; y no hace falta que diga que cuando estas mujeres son niñas la vulneración es doble.
La fotografía de Baltasar, nos cuenta esa vulnerab

Es precisamente por la relación que mantienen las madres con sus hijos, por las que son consideradas como importante objetivo de ataque en los conflictos, sobretodo cuando se trata de limpiezas étnicas, ya que ellas son las protectoras de la cultura, las raices y tradición de los pueblos. Si se quiere acabar con una comunidad la solución más rápida es dirigir el ataque a las mujeres.
Durante el conflicto armado de Guatemala se informó sobre 42.275 violaciones de Derechos Humanos, de las cuales un 2,38% fueron violaciones sexuales tanto a mujeres como a niñas (1.465 casos), en su mayoría al pueblo maya, en forma de limpieza étnica. Las violaciones no solo era una forma de tortura contra las mujeres sino que además iba dirigida deliberadamente a la comunidad maya, pues suponían un instrumento de tortura; las mujeres eran violadas muchas veces con intención de sembrar el terror entre sus comunidades, a través de violaciones “públicas”, delante de sus familiares, o se les ponía en conocimiento de lo que les sucedía a sus mujeres para de este modo, destruir la voluntad de los hombres, hacerles sentir culpables, humillados, impotentes, derrotados; la violación hacia las mujeres, es una “guerra psicológica” hacia sus hombres.
Otro caso a destacar, es el del genocidio de Ruanda, donde la mayoría de las mujeres mayores de 12 años fueron violadas. Como dato clave decir que en 100 días se violaron más de 250.000 mujeres.

Un conflicto lamentablemente destacable, es el de la ex Yugoslavia; Como consecuencia de la limpieza étnica que llevaron a cabo los serbios, se dieron violaciones sexuales, ataques directos a la capacidad reproductora de las bosniacas y fecundaciones deliberadas como manera de limpieza étnica. En Bosnia más de 20.000 mujeres sufrieron abusos sexuales.
De la guerra de los Balcanes Bru Rovira nos muestra una

A raíz de Ruanda y la ex Yugoslavia, se crearon en Naciones Unidas los tribunales penales internacionales ad-hoc con la intención de juzgar dichos crímenes; a pesar de ser calificados como específicos hubo grandes avances que hicieron posible en el 2002 que mas de 60 países ratificaran el Estatuto de Roma donde se reconocieron violencia sexual y género como crímenes al mismo nivel que el homicidio, la tortura, los tratos crueles, la mutilación y la esclavitud.
Por lo que se puede decir ahora, que todos estos actos de violencia contra las mujeres durante los conflictos armados son considerados como una trasgresión del Derecho Internacional Humanitario, y al suceder a gran escala o política organizada de Estado, como fue en los casos de Guatemala, Ruanada o la Ex Yugoslavia, hace que se reconozcan como crímenes contra la humanidad.
Tampoco debemos olvidar la situación en los campos de refugiados y desplazados, donde tanto mujeres como niñas siguen siendo vulnerables de sufrir violaciones sexuales. Organismos como el ACNUR, proponen medidas para evitarlas, además de la necesidad de incluir programas psico-sociales para las mujeres y niños que han sufrido mayores traumas. Como por ejemplo en Bosnia y Herzegovina se crearon programas como “Bosfam” y “Bospo”, en los que se daba apoyo a las mujeres que habían sufrido algún tipo de abuso sexual, siendo de gran ayuda incluir a las personas de su entorno en estos programas, para el progreso de las mujeres violadas, la comprensión de las comunidades y de esta manera facil

Precisamente del campo de refugiados de Kuito, en Angola, toma Bru Rovira la fotografía que inicia su libro de la que dice “Ella y su bebé jugando. Comiéndose a besos (…) Saqué la cámara y enfoqué la escena. Pensé: por muy mal que vayan las cosas, siempre podrás encontrar dentro de ti un atisbo de belleza al que agarrarte. Apreté el disparador”
Tras analizar alguno de los muchísimos problemas a los que se enfrentan las mujeres “en conflicto”, me resulta mas bella esta exposición que muestra la fuerza de estas madres, pues es en ellas, A PESAR de lo vivido, sobre las que recae la salvaguarda de sus hijos desde que se encuentran en su vientre, a veces están solas, muchas son víctimas de violaciones, a otras no les queda nada escepto lo que más quieren: sus hijos.
No podía faltar la Tonita de San Carlos, la madre de todos los Sancarleños. Una mujer entrañable.
Revista THE INSIDER